En los rostros de aquellos ocho niños vi dibujadas las
huellas del hambre, como pocas veces las había visto. A pesar de ello, aquella
madre tuvo el coraje de dividir el arroz en dos porciones iguales y salió con
una.
Cuando estuvo de vuelta pregunté: "¿A dónde has ido?
¿Qué has hecho?" "¡También ellos tienen hambre!" contestó la
señora. Una familia de religión musulmana vivía en la casa de enfrente y tenía
otros tantos hijos. Aquella madre sabía que también ellos tenían hambre. Lo que
me conmovió fue que ella fue generosa hasta el heroísmo de la privación.
¡Esto es algo realmente hermoso! i Eso es amor de verdad!
Aquella mujer dio con dolor. ¡Tendrías que haber visto los rostros de aquellos
pequeños! Ellos comprendieron verdaderamente lo que su madre había hecho. El
gesto de su madre les enseñó lo que es el amor auténtico.
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